La historia de Siria con la bebida sudamericana se remonta a la Primera Guerra Mundial. Ahora el país es el tercer mayor importador de yerba mate del mundo. ¿Cómo sucedió?
Desde que Walaa Ali huyó por primera vez de su hogar en el centro de Siria hace casi 10 años, ha recorrido el país cuatro veces en busca de seguridad para su familia. Cada vez que se instalaba en un lugar nuevo, corría la voz sobre el mate.
Todas las mañanas, Ali, de 27 años, prepara cuidadosamente una bandeja dorada con una tetera a juego, una azucarera que llena con jengibre molido, su vaso de té y una bombilla de metal para su mate matutino, el té fuerte y amargo originario de Sudamérica.
“He sido desplazada de un lugar a otro y, siempre que conozco a mis vecinos, les presento el mate”, afirmó hace poco mientras sorbía de su taza, llena de agua caliente y una ración generosa de hojas de yerba mate, que flotaban encima. “Saben que, si van a venir a casa de Walaa, van a beber mate”.
En Siria, la bebida, elaborada con la hoja de la yerba mate y muy popular en países como Argentina y Brasil, tiene muchos fervientes seguidores, que han ido creciendo a lo largo de las décadas. Los sirios se han aficionado cada vez más al ritual social y comunitario que rodea su consumo, similar al de una pipa de agua que se comparte entre amigos o familiares.
Una taza de esta bebida herbal que contiene cafeína (y que con frecuencia se compara con el té verde japonés) puede durar horas, ya que se rellena con agua caliente y se sorbe con una bombilla metálica. La bebida llena con naturalidad las horas de la sahra siria, las reuniones sociales tradicionales en el Medio Oriente que se prolongan hasta altas horas de la noche o la madrugada.
Los sirios se han apropiado de esta bebida y por lo general la beben en vasitos de cristal antes que en los recipientes de mate tan populares en Sudamérica.