Vladimir Putin y Kim Jong-un tienen mucho en común. Ninguno de los dos sale mucho. El líder del Kremlin no ha abandonado su país este año. En el caso de Kim, con su visita a Rusia, deja atrás cuatro años sin viajes.
Tanto Rusia como Corea del Norte han sido acusadas de convertirse en "estados rebeldes" (rogue states).
Ambos están bajo fuertes sanciones internacionales.
Ambos gobiernos critican la "hegemonía" de Estados Unidos.
¿Un "bromance"? No exactamente. A diferencia del expresidente estadounidense Donald Trump, quien alguna vez declaró que él y Kim Jong-un "se enamoraron", los líderes de Rusia y Corea del Norte son menos efusivos en sus muestras públicas de afecto.
Pero tanto Vladimir Putin como Kim Jong-un ven beneficios potenciales en una relación más estrecha.
Mucho para ganar
Entonces, ¿qué gana el Kremlin con esto? Para empezar, Corea del Norte tiene una enorme industria de defensa con capacidades de producción a gran escala.
Mientras la guerra de Rusia en Ucrania continúa, Pyongyang podría resultar una fuente invaluable de municiones para Moscú.